Te amaré y Óleo de mujer con sombrero - Silvio Rodríguez

“Te amaré“ y “Óleo de mujer con sombrero“, séptimo y octavo temas del concierto realizado el 28 de septiembre de 2018, en el teatro Martí, de La Habana, Cuba. TE AMARÉ Silvio Rodríguez: Voz Niurka González: Flauta Jorge Aragón: Piano ÓLEO DE MUJER CON SOMBRERO Silvio Rodríguez: Voz y guitarra Jorge Aragón: Piano Oliver Valdés: Batería Jorge Reyes: Contrabajo Emilio Vega: Vibráfono Denise Guerra: Dirección de Fotografía Marcos Louit: Dirección y Realización NEWMENstudio: Finalización Ernesto (Enzo) Estrada: Sonido de Sala Olimpia Calderón: Monitores, grabación y mezcla Estudios Ojalá, La Habana, Cuba. TE AMARÉ (Silvio Rodríguez) Te amaré, te amaré como al mundo te amaré aunque tenga final te amaré, te amaré en lo profundo te amaré como tengo que amar. Te amaré, te amaré como pueda te amaré aunque no sea la paz te amaré, te amaré lo que queda te amaré cuando acabe de amar. Te amaré, te amaré si estoy muerto te amaré al día siguiente, además te amaré, te amaré como siento te amaré con adiós, con jamás. Te amaré, te amaré junto al viento te amaré como único sé te amaré hasta el fin de los tiempos te amaré y, después, te amaré. ÓLEO DE MUJER CON SOMBRERO (Silvio Rodríguez) Una mujer se ha perdido conocer el delirio y el polvo; se ha perdido esta bella locura, su breve cintura debajo de mí. Se ha perdido mi forma de amar; se ha perdido mi huella en su mar. Veo una luz que vacila y promete dejarnos a oscuras; veo un perro ladrando a la luna, con otra figura que recuerda a mí. Veo más: veo que no me halló; veo más: veo que se perdió. La cobardía es asunto de los hombres, no de los amantes. Los amores cobardes no llegan a amores o a historias, se quedan allí: ni el recuerdo los puede salvar, ni el mejor orador conjugar. Una mujer innombrable huye como una gaviota y yo, rápido, seco mis botas, blasfemo una nota y apago el reloj. Que me tenga cuidado el amor, que le puedo cantar su canción. Una mujer con sombrero —como un cuadro del viejo Chagall—, corrompiéndose al centro del miedo, y yo, que no soy bueno, me puse a llorar. Pero entonces lloraba por mí y ahora lloro por verla morir.
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