Ni se te ocurra volver por aquí
cuando vuelva a ser invierno en tus entrañas,
cuando tu olvido se canse de fingir,
cuando el llanto humedezca tus pestañas.
Ni se te ocurra volver por aquí
si un gin-tonic me devuelve a tu memoria
y descubres que ya no te canto a ti,
y en tu cama una línea divisoria.
Temblarás como tiemblo yo, ahora mismo, de rencor,
no pretendas que te entienda.
Buscarás una llama en cada esquina del colchón
y no habrá quien te le encienda.