“A mediados del siglo X, el Califato Omeya de Córdoba era uno de los estados más poderosos de la época. Embajadores de todas partes acudían ante el Califa para ofrecer su obediencia o su alianza. Escoltados por la guardia palatina, recorrían el camino de apenas seis kilómetros que desde Córdoba les llevaba a la ciudad en la que residía el Califa, la ciudad donde su poder se hacía patente: Medina Azahara“.
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Documental “Madinat al-Zahra. La Ciudad Brillante“