La marcha, por Fabrizio Mejía | Video columna

Desde días antes de La Marcha los medios de comunicación nos dijeron “acarreados”. Los elitistas de la academia nos acusaron de asistir, lo mismo, a una “procesión” religiosa, que a refundar el nazismo o al PRI de las concentraciones en torno al balcón presidencial. Pero ninguno ha ido a ver lo es el obradorismo cuando se reúne. El domingo llegué desde las 7:15 al Ángel y pude confirmar lo que he visto desde la marcha contra el desafuero de 2005: Andrés Manuel López Obrador no es una persona, sino lo que hay entre los obradoristas. No se le admira a él, sino lo que abre entre los que lo creamos: una forma de ubicarse frente al país y su historia, un lenguaje lleno de esa realidad, y un entusiasmo por tomar parte de la vida pública. Un hombre lleva un letrero que confirma el estado de ánimo de toda esta concentración: “La multitud no odia. Odian las minorías porque conquistar derechos provoca alegría, mientras que perder privilegio
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