Alfonso Rojo: “Y vuelve la burra del PP al trigo venenoso que le echan el PSOE y la Brunete Pedrete”

“Y vuelta la burra al trigo”. La expresión se usa desde hace siglos para expresar hartazgo frente a algo, generalmente un error, que se repite numerosas veces, sin que el protagonista enmiende un ápice su conducta o su discurso. ¿Y a que viene, se preguntarán ustedes, mi apelación al refranero agropecuario español? Pues al Partido Popular. Y lo digo con fastidio, porque se confirma que el centroderecha no aprende. Supongo que estas alturas ya están enterados de que Borja Sémper, portavoz del comité de campaña del PP y vicesecretario de Cultura y Sociedad Abierta, hablando de los posibles pactos con VOX para gobernar en un montón de municipios y comunidades autónomas, trazó la primera ‘línea roja’. Dijo Semper que alguien “condenado por maltrato“ no debe dedicarse a la política, en una clara referencia a Carlos Flores, profesor de Derecho Constitucional y líder de VOX en la Comunidad Valenciana, a quien hace 20 años la Audiencia Provincial de Valencia condenó por violencia “psíquica” contra su mujer. No se si han reparado en que he puesto el acento en “psíquica’. Allá por 2002, durante el tumultuoso proceso de divorcio, Flores llegó a decirle a la madre de sus hijos lindezas como “ladrona, secuestradora de niños, p**a” y “te voy a estar jodiendo toda la vida hasta que te mueras”. Fatal, muy feo, pero la realidad es que el encolerizado Flores no le puso la mano encima a la paisana, ni le sacudió una paliza como la que propinó a la suya Jesús Eguiguren, ex presidente del Parlamento Vasco, a quien los socialistas han mantenido 30 años como secretario general del PSE-PSOE en Guipúzcoa. ¿Porque traigo a colación el caso de Eguiguren, quien estuvo 17 días arrestado por la amenaza física que representaba para su apaleada parienta? Porque la comparación entre su caso y el de Flores deja en evidencia lo pardillos que son los del PP, lo atenazado que vive ese partido por sus complejos y lo vulnerables que son los populares a las presiones mediáticas y las condenas de los ‘frikies’. Abascal, que va a por todas, no hará ni puñetero caso a Semper y ya se ha adelantado a los pichaflojas. Mete a Flores de primero en la lista al Congreso y ya ha cerrado un acuerdo con Carlos Mazón, que garantiza la fumigación de los del Pacto del Botanic y que VOX entra en el Gobierno autonómico, al estilo de lo sucedido en Castilla y León. El PP se ha impuesto en siete de las 12 comunidades autónomas en las que se votó el 28-M. En seis de ellas precisa de pactos con el partido de Abascal si quiere gobernar. Y Alberto Nuñez Feijóo debe asumir, con naturalidad y como un deber, el mensaje de los electores españoles: ha llegado el momento de sumar fuerzas con VOX, para echar del poder a la izquierda socialcomunista y ejercer de alternativa a los Gobiernos Frankenstein. Sin melindres, sin temores, sin complejos. Sin arrugarse ante esa Brunete Pedrete mediática, que estigmatiza alianzas del centroderecha con la misma ligereza con que indulta, blanquea y ensalza a partidos y dirigentes adictos a guillotinar al Rey, liberar al asesino de Miguel Ángel Blanco o dar golpes de Estado en regiones sometidas a proyectos racistas. En la medida en que Feijóo y el PP se resistan a cerrar pactos con Abascal y VOX, asustados por los alaridos de tertulianos y columnistas, estarán comprando y validando el discurso tramposo de una izquierda infame, poblada de ‘Titos Berni’, estafadores con ERE, maltratadores domésticos y amigos de golpistas y asesinos etarras.
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