1. La realidad parece indicar con claridad que es difícil que, en las circunstancias actuales, los interlocutores sociales –patronal y sindicatos-se conviertan en los primeros impulsores de una estrategia de fomento del modelo de cogestión.
2. Algo similar sucede en el conjunto de Europa. Reticencias desde el empresariado, dudas en el ámbito sindical y, a pesar de todo, avance constante del modelo, fuertemente apoyado por la opinión pública.
3. Siendo esto así, parece claro que, si es difícil implicar directamente a los interlocutores sociales, es importante antes de nada ganar la batalla de la opinión pública. O, si se prefiere, activar a la opinión pública al respecto.
4. En realidad, con la opinión pública no parece necesario ganar ninguna batalla. Parece suficiente con conseguir un nivel suficiente de información y conocimiento sobre el modelo de cogestión para que la sociedad en su conjunto lo apoye. Una vez conseguido e